La oración por la paz para alcanzar la Gracia de Dios suele ser atribuida erróneamente a San Francisco de Asís. Ella ha brotado del Amor mismo. Sintetiza cómo alcanzar la Gracia Divina a través del servicio y recibir su guía hacia la paz interior.
Si quieres obtener una gracia de San Francisco de Asís, rézala diariamente durante 30 días y manifiesta en acción los principios cristianos de amor y servicio.
Encuentro Personal con la Oración por la Paz para Alcanzar la Gracia de Dios
La oración, en su esencia, es un reflejo de la búsqueda interior de cada ser humano por conectar con lo divino. Al invocar la oración por la paz para alcanzar la Gracia de Dios, se inicia un proceso de transformación personal. Este cambio no solo se manifiesta en el interior de quien ora, sino que también irradia hacia el exterior, afectando positivamente el entorno. La repetición constante y consciente de estas palabras tiene el poder de convertirse en un mantra personal que guía hacia la paz interior, y consecuentemente, hacia una vida más armoniosa.
La Práctica Continua y sus Efectos
La práctica diaria de esta oración, por un período extendido, como los 30 días mencionados, es una disciplina espiritual que puede llevar a una conexión más profunda con Dios. A medida que las palabras se entrelazan con las acciones cotidianas, se convierten en una expresión viva de la fe. La oración entonces no solo es recitada, sino vivida. Cada acto de amor y perdón se convierte en un testimonio del compromiso con la paz y la Gracia Divina. Esta práctica constante tiene el potencial de transformar no solo al individuo sino también a las comunidades alrededor, creando ondas de cambio que pueden llegar a tener un impacto global.
Oración:
¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz!
Que allí donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga yo perdón;
donde haya discordia, ponga yo unión;
donde haya error, ponga yo verdad;
donde haya duda, ponga yo fe;
donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
donde haya tinieblas, ponga yo luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar;
ser comprendido, como comprender;
ser amado, como amar.
Porque dando es como se recibe;
olvidando, como se encuentra;
perdonando, como se es perdonado;
muriendo, como se resucita a la vida eterna.
La Gracia Divina a Través del Servicio
Al final, la oración por la paz para alcanzar la Gracia de Dios nos enseña que la verdadera gracia se encuentra en el servicio desinteresado a los demás. Cuando uno se convierte en canal del amor y la paz divinos, se facilita un camino hacia una existencia más plena y significativa. En cada gesto de comprensión y cada acto de amor, se refleja la luz de lo divino. La gracia se manifiesta entonces no solo como un regalo celestial, sino como una realidad tangible en el mundo terrenal, sembrando semillas de esperanza y transformación en cada corazón dispuesto a recibir y dar a su vez.
Hermano Sol, Hermana Luna.
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