Santa Juana de Arco fue una mujer verdaderamente extraordinaria. Una luchadora por la libertad, de un valor y una fe inmensas. Perseverante y firme en las dificultades. Fiel mensajera de lo Superior.
Con su valentia de joven adolescente confundio el arrojo de los hombres mas maduros.
Nacio en día de la Epifania -significa manifestación o fenomeno milagroso-dia de los reyes magos en el año 1412, en Domremy, Francia.
Eran tiempos dificiles. Los ingleses querian apoderarse de toda Francia. La soldadesca entraba y salia por las aldeas y, unos a favor de Inglaterra y otros en contra, siempre estaban en continuos sobresaltos.
La pequeña Juana sentia profundamente grabado en su corazón amor a Jesús y a María. Comulgaba con frecuencia, cosa rara en aquellos tiempos, tanto los sacerdotes que la conocieron como sus compañeros de juegos, atestiguaron que le gustaba ir a orar a la Iglesia, que se ocupaba de los enfermos y era particularmente bondadosa con los peregrinos, a los que mas de una vez, cedio su lecho y se entregaba de lleno a los trabajos que sus padres le encomendaban.
Un día se encontraba en el campo y oyo que de la Iglesia le llegaba una voz que le decia: «Hija de la Iglesia, ve, marcha». Miro a su alrededor y no vio a nadie… Y asi una y otra vez. Hasta que un día se le aparecio un elegante soldado -que era el Arcangel San Miguel– y le indico lo mismo: «No temas, el Señor te tiene reservada una gran misión para liberar al pueblo». No hizo caso. Le parecio un sueño. Poco después fueron dos elegantes matronas – eran Santa Margarita y Santa Catalina – quienes le animan a que siga sus consejos. Ellas le ayudaran. Aquellas «voces» se hacen mas frecuentes. Le dicen que ella es quien ha de salvar a su pueblo esclavizado por los ingleses.
Supera toda clase de dificultades… Se presenta ante el mismo rey Carlos VII, a quien nunca había visto, y lo descubre. Los teologos discuten aquellas visiones y «voces». Le hacen caso. Monta en un caballo. Siguen sus consejos. Va recorriendo las ciudades de Francia y venciendo a los ingleses. Llevando a cabo una epopeya guiada por el espiritu.
El mismo rey la admira y condecora… Pero determinadas circunstancias cambian las cosas y condenan a Juana por heretica y hechicera. Se buscan testigos falsos y la «Doncella de Orleans» es condenada a morir quemada en la hoguera.
Pidio comulgar y a pesar de ser condenada a la hoguera por heretica le permitieron hacerlo. «Contradicciones de la vida» o merecimientos por su conexión. Entonces, dirigiendose a su confesor que estaba a su lado para asistirla y fortalecerla, le pregunto: -«¿Donde estare yo esta tarde?»- «¿No tienes esperanza?, le contesto el sacerdote». – «Si, replico ella, con la gracia de Dios, espero estar en el Paraiso».
La ataron al mastil, prendieron fuego a la leña que había a sus pies y en medio de un profundo silencio solo se oyeron sus tres ultimas palabras: «Jesús, Jesús, Jesús», y un grito desgarrador.
Aquel martirio de una joven de diecinueve años dejo huellas imborrables en las paginas de la historia.
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Brinda Mair