El mundo físico 3D en el que siempre creímos no existe. La estructura profunda de nuestro cerebro es esencialmente holográfica. Pero ¿Qué es un holograma?
Nuestro viejo mundo de objetos sólidos y leyes deterministas ya no existe. La física tradicional, con conceptos tales como “partícula elemental”, ”sustancia material” u “objeto aislado, han perdido su significado. El universo entero se nos presenta como una trama de pautas energéticas inseparables. Así, definimos al Universo como un todo dinámico que siempre incluye de forma esencial al observador. Si el universo es de esta forma, lo que nosotros llamamos “parte”, no existe. Por lo tanto, no somos partes separadas de un todo. SOMOS UN TODO.
El doctor en física David Bohm afirma en su libro “The Implicate Order” que para construir una física que explique las leyes del universo no se puede partir de una visión fragmentada del mundo en sus diversas partes. Habla de la existencia de un “orden plegado implícito” que existe en estado no manifiesto (el Plano Azul Original) y que constituye la base sobre la cual descansa toda realidad manifiesta. A esta última la denomina “el orden desplegado explicito” (que es la “realidad 3D” manifiesta en nuestro mundo físico que es una proyección borrosa del Plano Azul Original, pero que nuestro cerebro tridimensional capta como sólido).
La ley hermética de Correspondencia dice: “como es arriba, es abajo”. Si aceptamos que partiendo de una parte es posible obtener una representación exacta del todo. ¿Acaso es tan difícil aceptar que tomando un elemento del universo podamos reconstituir el holograma completo? Recordemos la estructura de un átomo es, microcósmicamente, como el sistema solar macrocósmico que lo contiene.
El concepto de holograma de Bohm especifica que cada pieza es una representación exacta del todo y se puede utilizar para reconstruir el holograma completo. ¿Acaso los científicos de nuestro mundo no pueden reconstituir con su memoria celular al individuo que le dio origen, en el proceso que llamamos clonación?
En 1971, Dennis Gabor recibió un premio Nobel por la formación del primer holograma Debemos preguntarnos ¿Somos nosotros explícitamente de carne y hueso, anclados en un mundo sólido? ¿O somos la imagen borrosa, implícita, de patrones holográficos, desplegándose en medio de un inmenso remolino de patrones mayores? ¿Y cuál es el papel de la conciencia en todo esto? ¿Es ella la luz brillando a través de los patrones ocultos en la película? ¿O es el patrón en sí mismo? Bueno, pues son ambos: tanto la luz como el patrón oculto (blueprint o Plano Azul Original). La conciencia le da forma tanto los diseños ocultos, a partir de diseños aún más remotos, como a la luz que brilla a través de ellos, para proyectar lo que nosotros vemos, sentimos y escuchamos. Nuestra conciencia interactúa con todas y cada una de las demás conciencias, sean ellas de seres vivientes o de los llamados seres «inanimados». Nada está dormido o muerto. Toda está “vivo”. Todo tiene un propósito. Todos y todo existen en este paradigma como un sistema de apoyo de unos con otros. Su conciencia, aunque parezca conectada a la Tierra, a un cuerpo físico, puede aventurarse más allá de este Universo conocido donde vivimos. Y esto parece indicarnos que toda la conciencia está conectada con Dios y no tiene ninguna limitación. Todo tiene conciencia de su existencia y de su propósito en la Creación .
El Dr. Karl Pribram, afamado estudioso del cerebro humano, ha acumulado numerosas pruebas de que la estructura profunda del cerebro es esencialmente holográfica. Afirma que los estudios de muchos laboratorios, realizado mediante complejos análisis de frecuencias temporales y/o espaciales, demuestran que las estructuras cerebrales ven, oyen, gustan, huelen y tocan holográficamente. Seguidamente, la información es distribuida por todo el sistema, de manera que cada fragmento puede producir el informe completo. El doctor Pribram emplea el modelo de holograma para describir no solo el cerebro, sino también el universo. Afirma que el cerebro emplea un proceso holográfico para extractar información de un campo holográfico que trasciende el tiempo y el espacio. Los parapsicólogos han investigado las energías susceptibles de generar telepatía, psicokinesis y sanación. Desde el punto de vista del universo holográfico, estos efectos surgen de frecuencias que trascienden el tiempo y el espacio; no pueden ser transmitidas. Son potencialmente simultáneas y están en todas partes.
Cuando nos referimos a campos energéticos, por lo general utilizamos el término aura. Este es un concepto arcaico que se circunscribe dentro y fuera del tiempo lineal y del espacio tridimensional.
Nos cuesta separarnos de la dualidad, aun en el uso de la terminología. Cuando nos referimos vi en “mi aura”, o en “tu aura”, estamos en realidad considerando una parte de un todo que es en sí mismo inseparable.
Desde el marco holográfico de la realidad, cada parte del aura no solo representa el todo, sino que, además, lo contiene.
La experiencia holística estará fuera del tiempo lineal y del espacio tridimensional y, por lo tanto, no será reconocida fácilmente. Tenemos que practicar la experiencia holística para ser capaces de reconocerla.
Cuando el sanador visualiza el campo energético de una persona puede observar lesiones y hasta “ver” el acontecimiento que le dio origen porque la persona carga con esa experiencia en su campo energético.¿cómo es posible? Solo experimenta la multidimensionalidad . Fluye en ella utilizando como medio lo que ve en el aura, se sumerge en esa energía y “viaja” en el tiempo y es testigo del acontecimiento en el momento de producirse. Lo que ocurre realmente es que ingresa en dimensiones paralelas que coexisten simultáneamente y lo que en este momento -aquí y ahora- es una lesión en el aura, en la multidimensionalidad, en el eterno presente (en lo que mi cerebro lineal consideraría el pasado que en realidad no existe porque lo que si existe es un presente continuo) se está produciendo la lesión.
Para poder visualizar el interior de un cuerpo humano con distintos niveles de resolución –como lo hacemos en la sanación con distintas técnicas- es necesario el uso de varias dimensiones. Lo mismo ocurre cuando percibimos acontecimientos del pasado o cuando tenemos una premonición.
La meditación es una forma de trascender los límites de la mente lineal y permite que la interconectividad se convierta en una realidad experimental.
En la actualidad nos encaminamos a un periodo de intensos cambios. Si los físicos aprenden la forma en que actúa esa conectividad instantánea, cabe pensar que aprenderíamos a captar conscientemente nuestras conexiones instantáneas con el mundo y entre nosotros. Esto, evidentemente, revolucionaria la comunicación como en el pasado lo hizo el descubrimiento de la electricidad y el de la energía atómica, además cambiaria radicalmente nuestra forma de interactuar.
El investigador físico Jack Sarfatti propone a través de la interconectividad superluminal: un modelo del aura del mundo y el campo energético universal. Dentro de él existimos en más de un mundo. Nuestros cuerpos superiores son de un orden superior y están más conectados con los cuerpos superiores de otros que nuestros cuerpos físicos. A medida que progresa nuestra conciencia hacia frecuencias y cuerpos más elevados, nos vamos conectando cada vez más, hasta que llega el momento en el que somos uno con el Universo. Mediante este concepto, la experiencia meditativa puede ser definida como la elevación de nuestra conciencia a una frecuencia más alta, de manera que pueda entonces experimentar la realidad de nuestros cuerpos superiores, de nuestra conciencia más elevada y de los mundos de dimensiones superiores en que existimos.
Fuente consultada: Libro «Manos que curan» de Bárbara Ann Brennan; Editorial Martínez Roca, 1990.