Los trece arrepentimientos de Pistis Sophia en Salmos de la Biblia son clamores de la Fe (Pistis) y la Sabiduria (Sophia) que habiendo sido atrapada en la frecuencia del Universo kármico del Arbol del Conocimiento del Bien y del Mal, clama por regresar a los Universos de Luz de donde provino.
Primer arrepentimiento:
SALMO 69
1 Del maestro de coro. Según la melodia de «Los lirios». De David.
2 ¡Sálvame, Dios mío,
porque el agua me llega a la garganta!
3 Estoy hundido en el fango del Abismo
y no puedo hacer pie;
he caído en las aguas profundas,
y me arrastra la corriente.
4 Estoy exhausto de tanto gritar,
y mi garganta se ha enronquecido;
se me ha nublado la vista
de tanto esperar a mi Dios.
5 Más numerosos que los cabellos de mi cabeza
son los que me odian sin motivo;
más fuertes que mis huesos,
los que me atacan sin razón.
¡Y hasta tengo que devolver
lo que yo no he robado!
6 Dios mío, tú conoces mi necedad,
no se te ocultan mis ofensas.
7 Que no queden defraudados por mi culpa
los que esperan en ti, Señor del universo;
que no queden humillados por mi causa
los que te buscan, Dios de Israel.
8 Por ti he soportado afrentas
y la vergüenza cubrió mi rostro;
9 me convertí en un extraño para mis hermanos,
fui un extranjero para los hijos de mi madre:
10 porque el celo de tu Casa me devora,
y caen sobre mí los ultrajes de los que te agravian.
11 Cuando aflijo mi alma con ayunos,
aprovechan para insultarme;
12 cuando me visto de penitente,
soy para ellos un motivo de risa;
13 los que estan a la puerta murmuran contra mí,
y los bebedores me hacen burla con sus cantos.
14 Pero mi oración sube hasta ti, Señor,
en el momento favorable:
respóndeme, Dios mío, por tu gran amor,
sálvame, por tu fidelidad.
15 Sácame del lodo para que no me hunda,
líbrame de los que me odian
y de las aguas profundas;
16 que no me arrastre la corriente,
que no me trague el Abismo,
que el Pozo no se cierre sobre mí.
17 Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor,
por tu gran compasión vuélvete a mí;
18 no te ocultes el rostro a tu servidor,
respóndeme pronto, porque estoy en peligro.
19 Acércate a mi y rescátame,
líbrame de mis enemigos:
20 tú conoces mi afrenta, mi vergüenza y mi deshonra,
todos mis enemigos estan ante ti.
21 La vergüenza me destroza el corazón,
y no tengo remedio.
Espero compasión y no la encuentro,
en vano busco un consuelo:
22 pusieron veneno en mi comida,
y cuando tuve sed me dieron vinagre.
23 Que su mesa se convierta en una trampa,
y sus manjares, en un lazo;
24 que se nuble su vista y no vean
y sus espaldas se queden sin fuerza.
25 Descarga sobe ellos tu indignacion,
que los alcance el ardor de tu enojo;
26 que sus poblados se queden desiertos
y nadie habite en sus carpas.
27 Porque persiguen al que tú has castigado
y aumentan los dolores del que tú has herido.
28 Impútales una culpa tras otra,
no los declares inocentes;
29 bórralos del Libro de la Vida,
que no sean inscritos con los justos.
30 Yo soy un pobre desdichado, Dios mío,
que tu ayuda me proteja:
31 así alabaré con cantos el nombre de Dios,
y proclamaré su grandeza dando gracias;
32 esto agradará al Señor más que un toro,
más que un novillo con cuernos y pezuñas.
33 Que lo vean los humildes y se alegren,
que vivan los que buscan a Dios:
34 porque el Señor escucha a los pobres
y no desprecia a sus cautivos.
35 Que lo alaben el cielo, la tierra y el mar,
y todos los seres que se mueven en ellos;
36 porque Dios salvará a Sión
y volverá a edificar las ciudades de Judá:
37 el linaje de sus servidores la tendrá como herencia,
y los que aman su nombre morarán en ella.
Segundo arrepentimiento:
SALMO 71
1 Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca tenga que avergonzarme!
2 Por tu justicia, líbrame y rescátame,
inclina tu oído hacia mí, y sálvame.
3 Sé para mí una roca protectora,
tú que decidiste venir siempre en mi ayuda,
porque tú eres mi Roca y mi fortaleza.
4 ¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío,
de las garras del malvado y del violento!
5 Porque tú, Señor, eres mi esperanza
y mi seguridad desde mi juventud.
6 En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre;
desde el seno materno fuiste mi protector,
y mi alabanza esta siempre ante ti.
7 Soy un motivo de estupor para muchos,
pero tú eres mi refugio poderoso.
8 Mi boca proclama tu alabanza
y anuncia tu gloria todo el día.
9 No me rechaces en el tiempo de mi vejez,
no me abandones, porque se agotan mis fuerzas;
10 mis enemigos hablan contra mí,
y los que me acechan se confabulan, diciendo:
11 «Dios lo tiene abandonado: persígnalo,
captúrenlo, porque no hay nadie quien lo libre».
12 ¡Oh Dios, no te quedes lejos de mí;
Dios mío, ven pronto a socorrerme!
13 ¡Queden confundidos y humillados
los que atentan contra mi vida! ¡Queden cubiertos de oprobio y de vergüenza
los que buscan mi perdicion!
14 Yo, por mi parte, seguiré esperando
y te alabaré cada vez más.
15 Mi boca anunciará incesantemente
tus actos de justicia y salvacion,
aunque ni siquiera soy capaz de enumerarlos.
16 Vendré a celebrar las proezas del Señor,
evocaré tu justicia, que es sólo tuya.
17 Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud,
y hasta hoy he narrado tus maravillas.
18 Ahora que estoy viejo y lleno de canas,
no me abandones, Dios mío,
hasta que anuncie las proezas de tu brazo
a la generación que vendrá.
19 Tu justicia llega hasta el cielo, oh Dios:
tú has hecho grandes cosas,
y no hay nadie igual a ti, Dios mío.
20 Me hiciste pasar por muchas angustias,
pero de nuevo me darás la vida;
me harás subir de lo profundo de la tierra,
21 acrecentarás mi dignidad
y volverás a consolarme.
22 Entonces te daré gracias con el arpa,
por tu fidelidad, Dios mío;
te cantaré con la cítara,
a ti, el Santo de Israel.
23 Mis labios te cantarán jubilosos,
y también mi alma, que tú redimiste.
24 Yo hablaré de tu justicia todo el dia,
porque quedarán confundidos y avergonzados
los que buscan mi perdicion.
Tercer arrepentimiento:
SALMO 70
1 Del maestro de coro. De David. En memoria.
2 ¡Líbrame, Dios mío!
¡Señor, ven pronto a socorrerme!
3 Que se avergüencen y sean humillados
los que quieren acabar con mi vida.
Que retrocedan confundidos
los que desean mi ruina;
4 que vuelvan la espalda avergonzados los que se ríen de mí.
5 Que se alegren y regocijen en ti
todos los que te buscan;
y digan siempre los que desean tu victoria:
«¡Qué grande es nuestro Dios!».
6 Yo soy pobre y miserable:
ven pronto, Dios mío;
tú eres mi ayuda y mi libertador,
¡no tardes, Señor!
Cuarto arrepentimiento:
SALMO 102
1 Oración del afligido que, en su angustia, derrama su llanto ante el Señor.
2 Señor, escucha mi oracion
y llegue a ti mi clamor;
3 no me ocultes tu rostro
en el momento del peligro;
inclina hacia mí tu oído,
respóndeme pronto, cuando te invoco.
4 Porque mis días se disipan como el humo,
y mis huesos arden como brasas;
5 mi corazón se seca, marchitado como la hierba,
¡y hasta me olvido de comer mi pan!
6 Los huesos se me pegan a la piel,
por la violencia de mis gemidos.
7 Me parezco a una lechuza del desierto,
soy como el búho entre las ruinas;
8 estoy desvelado, y me lamento
como un pájaro solitario en el tejado;
9 mis enemigos me insultan sin cesar,
y enfurecidos, me cubren de imprecaciones.
10 Yo como ceniza en vez de pan
y mezclo mi bebida con lágrimas,
11 a causa de tu indignación y tu furor,
porque me alzaste en alto y me arrojaste.
12 Mis días son como sombras que se agrandan,
y me voy secando como la hierba.
13 Pero tú, Señor, reinas para siempre,
y tu Nombre permanece eternamente.
14 Tú te levantarás, te compadecerás de Sión,
porque ya es hora de tenerle piedad,
ya ha llegado el momento señalado:
15 tus servidores sienten amor por esas piedras
y se compadecen de esas ruinas.
16 Las naciones temerán tu Nombre, Señor,
y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
17 cuando el Señor reedifique a Sión
y aparezca glorioso en medio de ella;
18 cuando acepte la oración del desvalido
y no desprecie su plegaria.
19 Quede esto escrito para el tiempo futuro
y un pueblo renovado alabe al Señor:
20 porque él se inclinó desde su alto Santuario
y miró a la tierra desde el cielo,
21 para escuchar el lamento de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.
29 Los hijos de tus servidores tendrán una morada
y su descendencia estará segura ante ti.
22 para proclamar en Sión el nombre del Señor
y su alabanza en Jerusalén,
23 cuando se reúnan los pueblos y los reinos,
y sirvan todos juntos al Señor.
24 Mis fuerzas se debilitaron por el camino
y se abreviaron mis dias;
25 pero yo digo: «Dios mío,
no me lleves en la mitad de mi vida,
tú que permaneces para siempre».
26 En tiempos remotos, fundaste la tierra,
y el cielo es obra de tus manos;
27 ellos se acaban, y tú permaneces:
se desgastan lo mismo que la ropa,
los cambias como a un vestido, y ellos pasan.
28 Tú, en cambio, eres siempre el mismo,
y tus años no tienen fin.
Quinto arrepentimiento:
SALMO 88
1 Canto. Salmo de los hijos de Coré. Del maestro de coro, Para la enfermedad. Para la aflicción. Poema de Hernán, el aborigen.
2 ¡Señor, mi Dios y mi salvador,
dia y noche estoy clamando ante ti:
3 que mi plegaria llegue a tu presencia;
inclina tu oído a mi clamor!
4 Porque estoy saturado de infortunios,
y mi vida esta al borde del Abismo;
5 me cuento entre los que bajaron a la tumba,
y soy como un hombre sin fuerzas.
6 Yo tengo mi lecho entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro,
como aquellos en los que tú ya ni piensas,
porque fueron arrancados de tu mano.
7 Me has puesto en lo más hondo de la fosa,
en las regiones oscuras y profundas;
8 tu indignación pesa sobre mí,
y me estas ahogando con tu oleaje.
9 Apartaste de mí a mis conocidos,
me hiciste despreciable a sus ojos;
estoy prisionero, sin poder salir,
10 y mis ojos se debilitan por la afliccion.
Yo te invoco, Señor, todo el dia,
con las manos tendidas hacia ti.
11 ¿Acaso haces prodigios por los muertos,
o se alzan los difuntos para darte gracias?
12 ¿Se proclama tu amor en el sepulcro,
o tu fidelidad en el reino de la muerte?
13 ¿Se anuncian tus maravillas en las tinieblas,
o tu justicia en la tierra del olvido?
14 Yo invoco tu ayuda, Señor,
desde temprano te llega mi plegaria:
15 ¿Por qué me rechazas, Señor?
¿Por qué me ocultas tu rostro?
16 Estoy afligido y enfermo desde niño,
extenuado bajo el peso de tus desgracias;
17 tus enojos pasaron sobre mí,
me consumieron tus terribles aflicciones.
18 Me rodearon todo el día como una correntada,
me envuelven todos a la vez.
19 Tú me separaste de mis parientes y amigos,
y las tinieblas son mis confidentes.
Sexto arrepentimiento:
SALMO 130
1 Canto de peregrinacion.
Desde lo más profundo te invoco, Señor,
2 ¡Señor, oye mi voz!
Estén tus oídos atentos
al clamor de mi plegaria.
3 Si tienes en cuenta las culpas, Señor,
¿quién podrá subsistir?
4 Pero en ti se encuentra el perdón,
para que seas temido.
5 Mi alma espera en el Señor,
y yo confío en su palabra.
6 Mi alma espera al Señor,
más que el centinela la aurora.
Como el centinela espera la aurora,
7 espere Israel al Señor,
porque en él se encuentra la misericordia
y la redención en abundancia:
8 él redimirá a Israel
de todos sus pecados.
Séptimo arrepentimiento:
SALMO 25
1 De David.
[Alef] A ti, Señor, elevo mi alma,
2 [Bet] Dios mío, yo pongo en ti mi confianza;
¡que no tenga que avergonzarme
ni se rían de mí mis enemigos!
3 [Guímel] Ninguno de los que esperan en ti
tendrá que avergonzarse:
se avergonzarán los que traicionan en vano.
4 [Dálet] Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos.
5 [He] Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador,
[Vau]. y yo espero en ti todo el día.
6 [Zain] Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor,
porque son eternos.
7 [Jet] No recuerdes los pecados ni las rebeldias de mi juventud:
por tu bondad, Señor, acuérdate de mi según tu fidelidad.
8 [Tet] El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados;
9 [Iod] él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres.
10 [Caf] Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad,
para los que observan los preceptos de su alianza.
11 [Lámed] ¡Por el honor de tu Nombre, Señor,
perdona mi culpa, aunque es muy grande!
12 [Mem] ¿Hay alguien que teme al Señor?
El le indicará el camino que debe elegir:
13 [Nun] su alma descansará feliz
y su descendencia poseerá la tierra.
14 [Sámec] El Señor da su amistad a los que lo temen
y les hace conocer su alianza.
15 [Ain] Mis ojos estan siempre fijos en el Señor,
porque él sacará mis pies de la trampa.
16 [Pe] Mírame, Señor, y ten piedad de mí,
porque estoy solo y afligido:
17 [Sade] alivia las angustias de mi corazón,
y sácame de mis tribulaciones.
18 [Qof] Mira mi aflicción y mis fatigas,
yperdón a todos mis pecados.
19 [Res] Mira qué numerosos son mis enemigos
y qué violento es el odio que me tienen.
20 [Sin] Defiende mi vida y líbrame:
que no me avergüence de haber confiado en ti;
21 [Tau] la integridad y la rectitud me protegen,
porque yo espero en ti, Señor.
22 Salva, Dios mío, a Israel
de todas sus angustias.
Octavo arrepentimiento:
SALMO 31
Del maestro de coro. Salmo de David.
2 Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca me vea defraudado!
Líbrame, por tu justicia
3 inclina tu oído hacia mí
y ven pronto a socorrerme.
Sé para mí una roca protectora,
un baluarte donde me encuentre a salvo,
4 porque tú eres mi Roca y mi baluarte:
por tu Nombre, guíame y condúceme.
5 Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi refugio.
6 Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
7 Yo detesto a los que veneran ídolos vanos
y confío en el Señor.
8 ¡Tu amor será mi gozo y mi alegría!
Cuando tú viste mi afliccion
y supiste que mi vida peligraba,
9 no me entregaste al poder del enemigo,
me pusiste en un lugar espacioso.
10 Ten piedad de mí, Señor,
porque estoy angustiado:
mis ojos, mi garganta y mis entrañas
estan extenuados de dolor.
11 Mi vida se consume de tristeza,
mis años, entre gemidos;
mis fuerzas decaen por la afliccion
y muy huesos estan extenuados.
12 Soy la burla de todos mis enemigos
y la irrisión de mis propios vecinos;
para mis amigos soy motivo de espanto,
los que me ven por la calle huyen de mí,
13 Como un muerto, he caído en el olvido,
me he convertido en una cosa inútil.
14 Oigo los rumores de la gente
y amenazas por todas partes,
mientras se confabulan contra mí
y traman quitarme la vida.
15 Pero yo confío en ti, Señor,
y te digo: «Tú eres mi Dios,
16 mi destino esta en tus manos».
Líbrame del poder de mis enemigos
y de aquellos que me persiguen.
17 Que brille tu rostro sobre tu servidor,
sálvame por tu misericordia;
18 Señor, que no me avergüence
de haberte invocado.
Que se avergüencen los malvados
y bajen mudos al Abismo;
19 que enmudezcan los labios mentirosos,
los que profieren insolencias contra el justo
con soberbia y menosprecio.
20 ¡Qué grande es tu bondad, Señor!
Tú la reservas para tus fieles;
y la brindas a los que se refugian en ti,
en la presencia de todos.
21 Tú los ocultas al amparo de tu rostro
de las intrigas de los hombres;
y los escondes en tu Tienda de campaña,
lejos de las lenguas pendencieras.
22 ¡Bendito sea el Señor!
El me mostró las maravillas de su amor
en el momento del peligro.
23 En mi turbación llegué a decir:
«He sido arrojado de tu presencia».
Pero tú escuchaste la voz de mi súplica,
cuando yo te invocaba.
24 Amén al Señor, todos sus fieles,
porque él protege a los que son leales
y castiga con severidad a los soberbios.
25 Sean fuertes y valerosos,
todos los que esperan en el Señor.
Noveno arrepentimiento:
SALMO 35
1 De David.
Combate, Señor, a los que me atacan,
pelea contra los que me hacen la guerra.
2 Toma el escudo y el broquel,
levántate y ven en mi ayuda;
3 empuña la lanza y la jabalina
para enfrentar a mis perseguidores;
dime: «Yo soy tu salvacion».
4 Que sufran una derrota humillante
los que intentan quitarme la vida;
que vuelvan la espalda confundidos
los que traman mi perdicion.
5 Que sean como la paja ante el viento,
mientras el Angel del Señor los arrastra;
6 que su camino sea oscuro y resbaladizo,
mientras el Angel del Señor los persigue.
7 Porque me tendieron sus redes sin motivo
y me cavaron una fosa mortal:
8 ¡que los sorprenda un desastre imprevisto;
que sean atrapados por sus propias redes,
y caigan en la fosa que ellos mismos cavaron!
9 Pero yo me alegraré en el Señor,
me regocijaré por su victoria;
10 todo mi ser proclamará:
«Señor, no hay nadie igual a ti;
tú libras al débil de las manos del más fuerte,
y al pobre, de aquel que lo despoja».
11 Se presentan contra mí testigos falsos;
me piden cuenta de cosas que ignoro;
12 me devuelven mal por bien,
dejando mi alma desolada.
13 Yo, en cambio, cuando ellos estaban enfermos,
me cubría con ropas de penitente,
afligía mi alma con ayunos
y oraba con la cabeza inclinada.
14 Ellos eran para mí como un amigo o un hermano,
y yo andaba triste y abatido,
como quien llora la muerte de su madre.
15 Pero cuando tropecé ellos se alegraron,
se juntaron todos contra mí
y me golpearon sorpresivamente;
me desgarraban sin cesar,
16 se burlaban de mí con crueldad
y rechinaban contra mí sus dientes.
17 Señor, ¿cuánto tiempo vas a tolerarlo?
Líbrame de los animales rugientes,
salva mi vida de los leones;
18 y te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré en medio de una multitud.
19 ¡Que no canten victoria mis enemigos traicioneros,
ni se guiñen el ojo los que me odian sin motivo!
20 Ellos no hablan de paz,
sino que atacan a los oprimidos de la tierra;
traman planes engañosos
21 y se ríen de mí a carcajadas, diciendo:
«Lo hemos visto con nuestros propios ojos».
22 Tú también lo has visto, Señor, no te calles;
no te quedes lejos de mí, Señor;
23 ¡despiértate, levántate, Dios mío,
Señor mío, defiende mi causa!
24 Júzgame según tu justicia, Señor;
Dios mío, que no canten victoria sobre mí;
25 que no piensen: «Se cumplió nuestro deseo»,
ni digan: «Lo hemos devorado».
26 Que sufran una derrota humillante
los que se alegran de mi desgracia;
que se cubran de confusión y de vergüenza
los que se envalentonan contra mí.
27 Canten, en cambio, y alégrense,
los que desean mi triunfo;
los que desean mi felicidad,
repitan siempre: «¡Qué grande es el Señor
que en la paz de su siervo se complace!».
28 Entonces mi lengua pregonará tu justicia,
y cada día proclamaré tu alabanza.
Décimo arrepentimiento:
SALMO 120
1 Canto de peregrinacion.
En mi aflicción invoqué al Señor,
y él me respondió.
2 ¡Líbrame, Señor, de los labios mentirosos
y de la lengua traicionera!
3 ¿Con qué te castigará el Señor,
lengua traicionera?
4 Con flechas afiladas de guerrero
y con brasas de retama.
5 ¡Ay de mí, que estoy desterrado en Mésec,
y vivo en los campamentos de Quedar!
6 Mucho tiempo he convivido
con los que odian la paz.
7 Cuando yo hablo de paz,
ellos declaran la guerra.
Undécimo arrepentimiento:
SALMO 52
1 Del maestro de coro. Poema de David.
2 Cuando el edomita Doeg vino a avisar a Saúl, diciéndole: «David ha entrado en casa de Ajimélec».
3 ¿Por qué te jactas de tu malicia,
hombre prepotente y sin piedad?
4 Estás todo el día tramando maldades,
tu lengua es como navaja afilada,
y no haces más que engañar.
5 Prefieres el mal al bien,
la mentira a la verdad;
6 amas las palabras hirientes,
¡lengua mentirosa!
7 Por eso Dios te derribará,
te destruirá para siempre,
te arrojará de tu carpa,
te arrancará de la tierra de los vivientes.
8 Al ver esto, los justos sentirán temor
y se reirán de él, diciendo:
9 «Este es el hombre que no puso su refugio en Dios,
sino que confió en sus muchas riquezas
y se envalentonó por su maldad».
10 Yo, en cambio, como un olivo frondoso
en la Casa de Dios,
he puesto para siempre mi confianza
en la misericordia de Dios.
11 Te daré gracias eternamente
por lo que has hecho,
y proclamaré la bondad de tu Nombre
delante de tus fieles.
Duodécimo arrepentimiento:
SALMO 52
1 Del maestro de coro. De David. Salmo.
Dios de mi alabanza, no te quedes callado,
2 porque unos hombres malvados y mentirosos
han abierto su boca contra mí.
Me han alabado con mentira en los labios,
3 me han envuelto con palabras de odio,
me combaten sin motivo.
4 Me acusan, a cambio de mi amor,
aunque yo oraba por ellos.
5 Me devuelven mal por bien
y odio por amor, diciendo:
6 «Que se ponga contra él a un impío,
y tenga un acusador a su derecha;
7 que salga condenado del juicio
y su apelación quede frustrada.
8 Que sean pocos sus dias
y que otro ocupe su cargo;
9 que sus hijos queden huérfanos,
y su mujer, viuda.
10 Que sus hijos vayan errantes, pidiendo limosna,
y sean echados de sus casas derruidas;
11 que el acreedor se apodere de sus bienes,
y gente extraña le arrebate sus ganancias.
12 Que ni uno solo le tenga piedad,
y nadie se compadezca de sus huérfanos;
13 que su posteridad sea exterminada,
y en una generación desaparezca su nombre.
14 Que el Señor recuerde la culpa de sus padres,
y no borre el pecado de su madre:
15 que estén siempre delante del Señor,
y él extirpe su recuerdo de la tierra.
16 Porque nunca pensó en practicar la misericordia,
sino que persiguió hasta la muerte al pobre,
al desvalido y al hombre atribulado.
17 Amó la maldicion: que recaiga sobre él;
no quiso la bendicion: que se retire de él.
18 Se revistió de la maldición como de un manto:
¡que ella penetre como agua en su interior
y como aceite en sus huesos;
19 que sea como un vestido que lo cubra
y como un cinturón que lo ciña para siempre!».
20 Que así retribuya el Señor a mis acusadores,
a aquellos que me calumnian.
21 Pero tú, Señor, trátame bien,
por el honor de tu Nombre;
líbrame, por la bondad de tu misericordia.
22 Porque yo soy pobre y miserable,
y mi corazón esta traspasado;
23 me desvanezco como sombra que declina,
soy sacudido como la langosta.
24 De tanto ayunar se me doblan las rodillas,
y mi cuerpo esta débil y enflaquecido;
25 soy para ellos un ser despreciable,
al verme, mueven la cabeza.
26 Ayúdame, Señor, Dios mío,
sálvame por tu misericordia,
27 para que sepan que aquí esta tu mano,
y que tú, Señor, has hecho esto;
28 no importa que ellos maldigan,
con tal que tú me bendigas.
Queden confundidos mis adversarios,
mientras tu servidor se llena de alegría:
29 que mis acusadores se cubran de oprobio,
y la vergüenza los envuelva como un manto.
30 Yo daré gracias al Señor en alta voz,
lo alabaré en medio de la multitud,
31 porque él se puso de parte del pobre,
para salvarlo de sus acusadores.
Décimo tercer arrepentimiento:
SALMO 51
1 Del maestro de coro. Salmo de David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó, después que aquel se había unido a Betsabé.
3 ¡Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
4 ¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!
5 Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado esta siempre ante mí.
6 Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos.
Por eso, será justa tu sentencia
y tu juicio será irreprochable;
7 yo soy culpable desde que nací;
pecador me concibió mi madre.
8 Tú amas la sinceridad del corazón
y me enseñas la sabiduría en mi interior.
9 Purifícame con el hisopo y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
10 Anúnciame el gozo y la alegría:
que se alegren los huesos quebrantados.
11 Aparta tu vista de mis pecados
y borra todas mis culpas.
12 Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espiritu.
13 No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espiritu.
14 Devuélveme la alegría de tu salvacion,
que tu espiritu generoso me sostenga:
15 yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti.
16 ¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío,
y mi lengua anunciará tu justicia!
17 Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza.
18 Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
19 mi sacrificio es un espiritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.
20 Trata bien a Sión por tu bondad;
reconstruye los muros de Jerusalén,
21 Entonces aceptarás los sacrificios rituales
–las oblaciones y los holocaustos–
y se ofrecerán novillos en tu altar.
Extraido de la Biblia on line «El Pueblo de Dios«